La escena de la Natividad del Señor ha sido prolífera a través de los tiempos. Ha sido la inspiración de pintores, escritores y músicos que han creado magníficas obras maestras que se han convertido en una parte intrínsica de nuestra tradición navideña. La música vibrante y llena de vida del "Mesías" de Handel, la escena singular de la Adoración de los Pastores de Murillo y la sencillez de las diversas historias de los Tres Reyes Magos son prueba de la inspiración que ha permeado a tantas personas a través de la historia. Ciertamente, el nacimiento del Niño Dios ha sido un evento único en la historia del mundo.
No hay duda que la mayor parte de nosotros somos incapaces de crear obras tan extraordinarias. No obstante, cada uno de nosotros puede experimentar el nacimiento de Jesús en nuestro corazón. Esta experiencia nos permite extender a otros la paz y el amor de Dios, que inspiraron a estos artistas tan célebres. Todos los aspectos de la Natividad tienen un elemento en común, la sencillez: el niño envuelto en pañales, el pesebre, los pastores, los ángeles cantando y los reyes rindiendo homenaje al Niño. Este Niño que cambió para siempre el destino del hombre y de la humanidad. Esta simple imagen puede y debe traer profundidad y significado a nuestra vida.
La Navidad es una época llena de esperanza y de expectativas. Es una época en que compartimos en familia y con amigos. Es una época que evoca la reflexión. Pero desafortunadamente, está altamente comercializada; y en todo este desenfreno muchas veces tendemos a olvidar a aquellos que viven en la soledad o que experimentan grandas penas.
Pero si el naciemento del Niño Dios ha de impactar nuestra vida, no podemo olivdarnos de aquellos que están solos, que han sido abandonados, o que se encuentra en tierras extrañas. Estas personas nos rodean - viven en nuestros edificios, son nuestros vecinos y necesitan de nuestra compañía.
Si la verdadera Navidad ha de renacer en nuestro corazón debemos de ser capaces de perdonar, de amar y de tener compasión. Es reconocer que habiendo sido tan benditos, debemos de acoger a aquellos que se encuentran solitarios y adoloridos. Es así que podemos celebrar y crear nuestra propia obra maestra. La inspiración para crear nuestra obra maestra es hacer que La Navidad permee nuestra vida. Que nos inspire a traer felicidad y sosiego a los menos afortunados y que nos demos a otros. Nuestra obra maestra es la capacidad de extraer lo sublime de la sencilla imagen del nacimiento del Niño Dios y convirtiéndola en la fuerza central de nuestra vida.
FELÍZ NAVIDAD A TODOS Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO
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