Este año, por primera vez, el Padre Chris Walsh, director de vocaciones de la Diócesis de Bridgeport, ofreció a los seminaristas la oportunidad de viajar a Méjico para estudiar español en el programa de idiomas del Instituto Internacional de la Cultura. Con mucha ansiedad y junto a mi compañero Seamus Bradley, acepté la oferta y empezamos las seis semanas en Puebla, Méjico. El único español que sabíamos era el español que aprendimos en la secundaria y en la universidad. Pero yo, en particular, nunca había estudiado español.
Orientación Al llegar a Méjico, D.F., el primero de junio, tuvimos el honor de reunirnos con el Padre Walsh y el resto de los seminaristas de todas partes de los Estados Unidos que participaron en el programa. Después de dos horas en autobús, llegamos a Puebla de los Angeles. Esta es una ciudad de dos millones de habitantes y es el centro de la Arquidiócesis de Puebla. Una vez establecidos en la residencia la Casa de Oración Márquez, nos dieron el programa que seguiríamos y una orientación acerca de la vida en Méjico.
En la Casa de Oración disfrutamos de la Santa Misa y de la Liturgia de la Horas, en español. Luego, le sequía el desayuno. Asistiamos las clases en español todos los días en el Instituto Angloamericano. Esta es una escuela para estudiantes de secundaria o estudiantes de universidal (bachillerato o licenciatura) que se especializan en idiomas.
Explorar el pueblo Después de las clases teníamos la oportunidad de salir con otros estudiantes del Instituto para conocer Puebla. Los estudiantes fueron muy serviciales en ayudarnos a resolver nuestros problemas con el idioma. Los martes y jueves asistíamos a la Universidad Popular Autónoma de Méjico (UPAEP) para tomar una clase sobre la historia de Méjico.
Durante los fines de semana teníamos la oportunidad de viajar a varios lugares de Méjico para visitar sitios de interés como la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y las pirámides antiguas de los Aztecas. Todas estas visitas nos ayudaron a comprender mejor la cultura, y a practicar el idioma.
Trabajos misioneros Al final de nuestra estadía tuvimos la oportunidad de visitar tres pueblos pequeños donde pudimos realizar trabajos misioneros. Fue en las misiones donde pude apreciar la profundidad, la generosidad, y la fé presente en los mejicanos. En cada lugar donde fuimos casi todas las personas del pueblo ofrecieron a los seminaristas comida, y un lugar para dormir.
Separación Muchas personas en los pueblos tienen parientes que trabajan y viven en Yonkers, Nueva York. Pero debido a los problemas de imigración, se les hace imposible a estos habitantes visitar a sus familiares que viven en los Estados Unidos. Esta separación es aún más triste cuando algún miembro de la familia muere, y la familia no puede asistir al funeral. A pesar de la separación y aislamiento, la familia y la fé son muy importantes en estos pueblos.
En Tlaxcuapán, el pueblo donde trabajé, muchas personas venían cada día a rezar la novena a Nuestra Señora del Monte Carmel, seguido por un servicio de oración de dos horas que era organizado por los seminaristas. En total, ¡rezaron de tres a cuatro horas por día!
Cualidad valiosa Aunque mi español no es perfecto, con mi visita a Méjico adquirí una cualidad muy valiosa en mi vida y por la voluntad de Dios en mi misión como sacerdote. Con una población tan grande de latinos en la Diócesis de Bridgeport, es muy importante para los sacerdotes y los seminaristas poder comunicarse en español.
Con nuestro viaje, además de aprender mejor el idioma, aprendimos algo más que una clase de idiomas no puede dar: un conocimiento de la cultura mejicana y un concimiento de la vida diaria de un latino.
Ojalá pueda regresar muy pronto!
Oracion
Oh Purísima Virgen de Guadalupe.
Alcánzame de tu divino Hijo el perdón de mis pecados,
bendición para mi trabajo,
remedio a mis enfermedades
y necesidades
y todo lo que Tú creas conveniente pedir para mí
y mi familia.
Oh Santa Madre de Dios!
no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todos los peligros.
Oh Virgen illena de gloria y de bendición!
Por Cristo Nuestro Señor, Así sea.
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